Y al tercer día, resucitó

Al fin, tras tres días de viaje, llegué a mi pedazo de España; mi camita en mi cuartito. Oh, mi tonga de libros, mis DVDs, mis CDs, mi gimnasio... en fin todas esas chuminadas materiales, nada comparables al calor de la bienvenida de mis padres, los cuales impresionados quedaron con mi estirón en Canadá. No se podían creer los 8 kilos que gané allí.
Un trozo de mí se quedó en Canadá pero un pedazo nuevo me traje. Aquí, en mi útero protector, pienso con infinito amor y agradecimiento en aquella tierra que se abrió a mí y me lo ofreció todo.
Gracias Canadá por esa experiencia que tanto necesitaba. Gracias por todo lo que aprendí y por lo fuerte que me hiciste. Gracias por haberme comprendido.

Comments

Popular posts from this blog

Negro vaticinio, cumplido

Recursos Humanos

El juicio del tambor