Libros de cabecera


Leer es un placer, qué duda cabe, íntimo y sosegado... al leer y uno sonreir por lo bajo es cuando único los demás no piensan que estás desvariando.
Sonríes cuando algo es divertido o cuando experimentas placer descubriendo algo. Eso sólo ocurre cuando lees piezas de buena factura.
En estos días estuve leyendo 1491, un libro de una factura exquisita, rícamente documentado... aunque debo de confesar que me agobiaron las notas del anexo y el capítulo sobre la Cultura de Clovis; los tinglados y disputas entre profesionales de departamentos universitarios nunca me molaron. Eso de "publicar o morir" y "revienta al becario que el jugo sabe"... que va, muy mal rollo. Pero el libro dibuja esa América mítica y soberbia, la que de haber sobrevivido hubiese hecho que este planeta fuera otra cosa, quizás mejor.
Freakonomics, y sus autores, son la demostración palpable de que la Economía racional y cuadriculada ya no se la creen ni en una facultad de Económicas... hoy día en que un ama de casa invierte en futuros, en Bloomberg te hablan de interpretar velas y no se refieren a prácticas esotéricas precisamente, ni siquiera a las velas negras de la bruja Lola... uno descubre que la intuición, el instinto, vuelve a estar de moda. Todo gira en torno al incentivo como motor, productor y producto en la economía. El libro te divierte mientras tu cuadriculado mundo te lo tumba a pedazos...
Así, uno se va a la cama seguro de haber aprendido algo... el problema es que al quedarme frito ya he escachado un par de gafas bajo el peso del cuerpo. Por cierto, dicen que tengo un dormir muy bonito, como el de un bebé.

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