Wall-E





Era la una de la madrugada, la sesión golfa del cine. Un placer escondido en aquella sala fue el ver esta película.
Personalmente no comulgo en exceso con el mundo Disney, tal vez porque no lo viví en la infancia con la misma intensidad que generaciones posteriores pero me ha gustado mucho la historia de Wall-E.
Por supuesto que se hacían muchísimas referencias a varios temas de actualidad en la película y que como en un prisma, cada cual podrá obtener un destello de la misma luz distinto. En mi caso me llamó la atención el detalle de la individualidad:
Wall-E al llegar a la nave saluda y se presenta a todos con quiénes se encuentra y acaba siendo conocido por todos aunque aparentemente nadie es capaz de recordar por qué. Su amabilidad e ingenuidad desnudan los artificios de los otros y les hace ver a su vez que son únicos y con un destino que tienen en sus manos.
A veces, cada vez menos, uno descubre joyas merecedoras de la gran pantalla. Y lo curioso es que cada vez más son los protagonistas géneros hasta ahora ignorados o bien tecnologías y no actores de carne y hueso... tal vez esté pasando como en la transición del cine mudo al sonoro, o como cuando Clark Gable se atrevió a aparecer sin camisilla y la prenda cayó en desuso.
Wall-E será recordado como en su día ET y otros recuerdos de la infancia de los futuros adultos. Ha sido un regalo poder ver el nacimiento de ese fenómeno.

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