Arundo donax

Arundo donax es el nombre científico de la caña brava. Esa que crece en todos los barrancos isleños. Como curiosidades, los años que florecen se sabe que serán años secos, su madera hace buenas brasas para asar papas, la infusión de caña corta la leche de los pechos y sirve como diurético.
Hubo quien cuando se gestionó un proyecto de erradicación de la misma cuestionó como presuntuoso especificiar la taxonomía científica en el informe... el bambú también es una caña, y el cáñamo índico también, pero ocurre que de estos dos últimos pueden derivarse otros usos que los meros ornamentales o florales. No es lo mismo gestionar una plantación de cáñamo índico que trochar vulgares cañas... aquí no lo sabremos pero en Europa a la hora de dar los dineros sí lo tienen muy en cuenta. Y les dieron "caña" por no tenerlo en cuenta.
Recuerdo los tiempos de la peseta, calculo que a mediados de los ochenta, en que esta planta lejos de ser una plaga valía dinero: cada caña puesta en el sur de Tenerife costaba dos pesetas entonces ya que eran imprescindibles para hacer las burras de las tomateras, una especie de respaldos en que sujetar la planta.
Merecía la pena echar un jornal cortando, pelando y amontonando las mejores cañas. Unas cinco mil de ellas eran poco más de una tonelada. Después por un lado la reconversión del sector primario de las islas, que nunca llegó a terminar, y por otro las innovaciones técnicas en el cultivo del tomate dejaron atrás este uso y las cañas crecieron hasta ser una plaga taponando todos los barrancos.
Pero todas las riquezas, aunque no se pueden llevar consigo al más allá, lo cierto es que permanecen latentes en el más acá y esperan un nuevo resurgir; una circunstancia que les dé valor. Y así fue.
El año pasado y a principios de este se produjeron algunos incendios de barrancos. Muy aparatosos y mediáticos. La crisis primera del siglo XXI daba sus primeros coletazos habiendo pues oportunidad: Se dedicó un plan para limpiar los barrancos.
Era curioso, muchos preferían este tipo de trabajo a otros quizás más descansados pero más exigentes en cuanto a tener que tratar o cuidar a personas... después de todo siempre ha sido así; con las cosas uno dispone pero con la gente uno se debe a ellos. No hará falta decir lo desagradecidos que nuestra naturaleza nos hace.
La caña es brava por algo, permanece aunque arda, y en cuanto el presupuesto desapareció las cañas rebrotaron primorosas... los viejos paredones y las ignotas madres de los barrancos quedarán pronto de nuevo escondidas esperando quizás a una generación más valiente.

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