Estanflación

"Yo no soy un nuevo rico, soy un viejo pobre."
Michel Gérard Joseph Colucci, alias Coluche. Humorista francés.

Una nueva asignatura debiera impartirse; cultura financiera.
Recuerdo una anécdota cuando viajé a Austria a ver a un amigo; una de las mañanas al despertar e ir a desayunar lo vi frente a su entonces flamante portátil manejando una de esas para mí también entonces ignotas aplicaciones ofimáticas, una hoja de cálculo de Excel, en la que llevaba la contabilidad familiar; facturas, nóminas, ingresos, gastos... incluso hacía un seguimiento de unos productos financieros que había comprado.
Hacía hasta predicciones de gasto de cara a las próximas navidades. A mí eso me fascinaba pero para su familia era lo normal. Ahora pienso en estos tiempos de recesión lo bien que tener cultura financiera nos hubiera venido a más de uno. Tener la capacidad de saber manejar nuestras finanzas, y no sólo nuestro gasto, es una enseñanza siempre necesaria.
No gana más quien ahorra más, sino quien invierte mejor. Ver el potencial de las inversiones es siempre una ventaja; un pequeño gasto en un poco de material puede producir ganancias en cuanto a, por ejemplo, tiempo u oportunidades de carrera. Esto es el caso de la formación; incómoda porque impone gastos de tiempo y esfuerzo pero rentable a la larga, eso sí, si además tiene objeto.
Observo con preocupación la situación actual de España, y me estremezco de pensar en la estanflación como escenario para los próximos dos años. La estanflación no nos es algo desconocido; se trata de " la vida de antes". En Gomera por un efecto de la composición por edades en la población predominan los nacidos a mediados del siglo pasado. Cuando el abuelo se refiere a los tiempos de antes en realidad no está haciendo referencia sino a un periodo que no va más atrás de la década de los cuarenta.
Hubo un estancamiento generalizado propio de los periodos de posguerra alimentado además por el autarquismo geográfico y político. Era una situación en la que la economía simplemente crecía a muy bajo ritmo pero lo hacía en negativo, es decir, de forma lenta el empobrecimiento era cada vez mayor y lo que se hacía para atajar el lento crecimiento repercutía en las exiguas economías familiares, y a su vez ayudar a las familias no servía de nada pues el panorama en que vivían no cambiaba.
El círculo vicioso ya sabemos cómo se rompió... a la vez que muchas cosas en las islas y en otras regiones españolas lo hicieron también. Sin embargo no aprendimos y por eso siempre hemos sido enclenques en la base y prepotentes en la cima.

Comments

  1. Y a todo lo que usted dice, añadir que el deficit en la balanza por cuenta corriente ha llegado a 2 puntos por encima del PIB, es decir, se invertía más que se ahorraba, pero la mayor parte de esa inversion iba al sector inmobiliario, y así, ahora que los bancos no sueltan un euro, nos vemos como nos vemos. Pero, ¿llegaremos a estar tan mal como nuestros abuelos, que en algunos casos pasaron hasta hambre?. ¿Nos habremos aburguesado?.

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  2. En términos económicos estamos casi tan mal como nuestros abuelos. La diferencia es que se trata sólo del aspecto financiero y no además estructural y social como lo son las situaciones derivadas de un conflicto armado. Hambre no se pasará pero necesidad de algo sí. El estado del bienestar se basa entre otras cosas en la estabilidad de una gran clase media. Sin embargo eso no significa que ésta tenga que ser además conformista... el auge de los movimientos y plataformas ciudadanas es un ejemplo de la nueva forma de reivindicación o, si se quiere, revolución, dentro del estado de bienestar.

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