Frank

A Frank lo conocí en el último año universitario. ¿Quién lo iba a decir?, en aquella asignatura de Análisis multivariado conocí a un "alma de niño" como él mismo se describía... puede que sea un niño pero qué duda cabe que la cabeza la tiene mejor amueblada que muchos en plena madurez.Era uno más de aquella marabunta de "niños Erasmus" que terciaban por la ULL en aquella época. Era lógico, una universidad de provincias necesitaba promocionarse entragándose a esa clase de programas, luego ya se sabe, un Premio Príncipe de Asturias y se sube al carro hasta la universidad más chic de España... en fin, la universidad es un gran negocio educativo entre otras muchas cosas.Al principio los niños Erasmus eran unos rara avis; sólo venían los "cocos" y con una generosa beca pero por esas cosas mal entendidas de las políticas igualitarias y otras pendejadas pues se abrió el cupo, aunque eso sí, ya había que pagarse la estancia de forma que ahora cabia incluso la posibilidad de que pudiera ir hasta la mascota de la clase.De esta forma así como vinieron algunos a filología inglesa llevando a clase un walkie-talkie conectado a la frecuencia del boletín metereológico del aeropuerto Reina Sofía para que cuando se oyeran aquellas divinas palabras; "Wind; force two", levantarse sobre sus gloriosas sandalias playeras, sudario convertido en bermuda de flores estampadas, melenas rubias al viento y sonrisa de dentífrico dibujada, salir cuales dioses bronceados a por la tabla de windsurf y bajar al Médano... para apuntes se sobraban nenas, y nenes, con ansias de prestárselos a cambio de una ¿sonrisa?...también vinieron otros y otras con interés por conocer la tierra a la que habían ido a parar. Frank era uno de estos últimos.Frank pertenecía a un mundo ya extinto, como lo fue el mío, él tenía 15 años cuando el Muro de Berlín fue ayudado a caerse. Hablamos de esas experiencias y fue reconfortante.Frank fue una luz en medio de aquel último año, cuando ya te agobia ir al campus, te arrollan los niños de primero, maldices a España y a su autocomplaciente mercado laboral, y constatas con desilusión que la universidad no era ese cenáculo de conocimiento sino... ¿qué diablos será que no sé ni calificarlo?.Aprendimos juntos a bucear. Recuerdo que le amenacé con cortarle el cuello si se le ocurría chivarse de que hacía dos años que había aprendido a nadar. Decir eso en Canarias es como si un chaval de 20 años austriaco dijera que no tiene ni puta idea de qué es esquiar. La ventaja de aprender las dos cosas tan seguidas es que irme al fondo no me resultaba ninguna novedad.Tragamos una de agua... yo estaba tan aterrorizado la primera vez que hicimos los primeros ejercicios que hasta me meé en el traje, y eso que sólo estábamos de rodillas en la playa; con levantarse ya estabas fuera. Tantas expectativas y después no era para tanto, o puede que la memoria te haga olvidar esa angustia.Frank recordará otras anécdotas que seguro me dirá en otra ocasión. A él particularmente le agradaba la abundancia de aforismos con la que que le hablaba para ilustrarle mis ideas...aunque también confieso que contaminé su inocencia lingüística con expresiones como "ser más tonto alguien que cagar de pie" entre otras florituras... en fin.Actualmente se encuentra en las selvas de Perú recopilando información sobre una terapia chamánica con ayahuasca aplicada a casos de adicción... desde luego original sí que es la propuesta.
Fue, y es, un placer haberlo conocido.

Comments

  1. Anonymous6:13 PM

    Chacho! donde paso todo eso?... jajajaja, muy bueno tio lo del walki talki.

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