Empieza el viaje


Creí no volver. Confieso que a punto estuve de llamar a casa y decir que no volvería.
Pero eso fue al final del viaje. Al principio, ya lo he dicho antes aquí, todo es conocimiento. Lo maravilloso de la infancia es que todo es conocimiento; nuevo, esperanzador, fascinante y aterrador a partes iguales.
Víctima del desencanto primero y de un ansia de realización que no sabía, ni sé, si puedo alcanzar después, abrí los ojos al mundo en aquella primavera canadiense.
Hay una imagen que no puedo olvidar; las avenidas llenas de unos árboles, a los que yo llamé jacarandas sin tener ni puta idea de qué eran, llenos de unas flores rosadas... toneladas de pétalos rosas en las calles y volando por todos sitios. En aquel momento supe que sería una estancia agradable, plácida y llena de experiencias
Así fue.

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