Camino a las Rocosas


De todo aquel viaje algunas experiencias fueron impagables y otras necesitan una reflexión más pausada. Desde la sorpresa inicial del primer día al oir cómo todo el mundo saludaba al chófer de la guagua y se despedía con un Thank you al bajar hasta la majestuosidad de las Rocosas todo, ya digo, tenía su encanto.
Fue casi al final del viaje cuando me decidí a conocer las Rocosas, el interior del continente. Uno de esos viajes concertados de no excesivo costo.
Me tocó un grupo compuesto en su mayoría por brasileños. Nos parecíamos en nuestro padecimiento al frío, y es que efectivamente, frío sí que hizo pero afortunadamente mientras en Vancouver estaba lloviendo a mares en el interior hacía un tiempo espléndido. Tuve suerte porque empezó a nevar la semana siguiente.
Visitamos Jasper, Banff y una infinidad de monumentos naturales a cada cual más espectacular.
Durante aquel viaje me di cuenta de tantas cosas que había por ver que me sentí reconfortado de tener tiempo en el futuro para poder verlas.

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