31 de Marzo de 2002, 17:03 horas


Aquel día fue una fecha aciaga para la historia de Santa Cruz de Tenerife. Vivieron un fenómeno conocido como "tormenta anclada" que es relativamente frecuente en las islas oceánicas de gran relieve.

Este fenómeno consiste en por lo general un cúmulo nimbo de grandes dimensiones que empujado por el viento llega hasta las cumbres de una isla como estas. Entonces si, y sólo si, sopla a la vez un viento lo suficentemente fuerte que la mantenga quieta mientras descarga aprisionada entre las paredes rocosas y el viento, la nube descarga toda su agua en un área extremadamente concreta y precisa. De hecho, aquel día muchos que vieron su casa inundada estaban tomando el sol en la playa a escasos 4 kilómetros.

Como quiera que empieza llover en la cumbre toda ese agua baja a gran velocidad y arrasa con todo lo que encuentra, más si los cauces están interrumpidos. Como así fue.

Cuando empezó aquel fenómeno se pensó que era una llovizna sin más pero pronto empezó el diluvio; 250 l/m2 en un área de sólo 4 km. Todo se oscureció y algunos testigos relatan la extraña situación de llegar a un punto donde se veía una especie de cortina de agua; traspasarla era adentrarse en un paisaje invernal, fuera de ella todo soleado y tranquilo, hasta caluroso incluso.

El alcalde de la ciudad llamó por radio a la ciudadanía que no tratara de entrar en la ciudad si estaban fuera. A los pocos minutos Santa Cruz de Tenerife quedó a oscuras y pocos minutos después toda señal de televisión o radio enmudeció. Esta situación fue la que causó mayor alarma. La razón para el corte de suministro eléctrico fue que por aquellos días los transformadores de electricidad de Endesa, aquí la filial llamada Unelco, estaban ubicados en un semisótano que fue casi lo primero que se inundó. También algunas cadenas de televisión tenían su sede en un sótano, como era por entonces la televisión autonómica y muy pocas emisoras de radio tenían generadores de emergencia.

50 minutos después el caos era total y dejó de llover. El alcalde desde la sede del 112 o teléfono de emergencia, que hizo las veces de central de coordinación de emergencias, tomó el mando de la situación y se puso a coordinar por emisora lo poco que quedaba operativo. Por cierto, el 112 también estaba colapsado y tuvo que ocuparse la sede en Gran Canaria de atender las llamadas, que también dejaron de hacerse cuando se acabó la energía para las antenas de móviles.

El puerto estaba inoperativo, lleno de escombros hasta la bandera. La ciudad quedó sin agua potable y todas sus avenidas escombradas. El alcalde lo priemro que hizo fue movilizar al ejército para que con excavadoras limpiaran un acceso al Recinto Ferial que se convirtió en centro de asistencia para todos los afectados. Quedaban pocos minutos para que llegara la noche.

En la península lo que más se destacaba era, aparte de que las comunicaciones no existían, que algunas personalidades, como Josema y Millán, Martes y 13, estaban en la ciudad: Pasaron la noche en el Recinto Ferial.

A la mañana siguiente miles de coches estaban apelotonados entre barro y escombros. No había energía. Varias casas afectadas y una alarma; una vieja presa de la que ya nadie se acordaba en el Barranco de Tahodio amenazaba derrumbarse. La desembocadura de este barranco es hoy una zona chic de la ciudad... se dió orden de dinamitarla si preciso fuera. Fue una falsa alarma.

A menudo estos fenómenos pasaban en barrancos muy escarpados y por lo general inhabitados por lo que nunca había que lamentar males mayores. Hace unos años hubo otro fenómeno similar en la Caldera de Taburiente en La Palma y entonces el Barranco de Las Angustias, su única salida, se transformó en un torrente en unos segundos. Murieron unos cinco excursionistas.

A día de hoy, todo el mundo ya ni se acuerda de lo que pasó aquel día y por ende, los barrancos continúan sin limpiar.

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