Reservistas

Recuerdo que una vez hubo una Gomera más joven, no porque lo dijeran las instituciones sino porque efectiva y demográficamente lo era. En aquel entonces el cuento de la dura etapa cuartelaria obligatoria para todo mozo completo era como el cuento del Coco para los adolescentes como yo lo era entonces... mi padre siempre me decía que en el cuartel o me espabilaba a comer o pasaría más hambre que un perro ciego. Cuando en "La Moncloa" contaban los mayores sus anécdotas cuartelarias, desde aquel que lloraba de dolor cada vez que orinaba y no decía nada por vergüenza dado que se había contagiado de gonorrea con algún penco (obviamente pudo más el dolor que el pudor finalmente) hasta las crueles novatadas como estrellarle contra el suelo al novato el walkman. Todavía hoy la imagen del ejército arrastra estas rémoras.
La Moncloa no era el palacio presidencial sino el nombre de la venta del pueblo, pues yo soy de pueblo aunque más tarde caminara por la quinta avenida neoyorkina más tieso que un ejecutivo de ventas.
El Coco nunca llegó para mí: Primero las prórrogas por estudios y finalmente la vejez me apartaron de ese destino. Una vez soñé con ser reservista pero ¿qué puedo aportar?. Me ocurre lo mismo que justifica el que huya de la política como gato escaldado; no estoy dispuesto a acatar más jerarquías que las necesarias. Quizás no sirva para mandar pero tampoco estoy dispuesto a soportar a alguien más zoquete que yo encima mío como así ocurre en los partidos.
Sin embargo pienso en los que ya están dentro. Como animales sociales que somos el vínculo entre compañeros en el Ejército es legendario e incluso para muchos es un estilo y modo de vida. El Ejército siempre ha arrastrado un halo ideológico conservador y sin embargo ahora se enfrenta a su actualización con nuevas ideas y nuevos modos de funcionar. Esta paradoja crea no pocos conflictos y sentimientos encontrados.
Foto: Escudo de los Reservistas Españoles publicado en RESVOL.


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