La oportunidad de Moussambani



En mitad de la ola de calor de finales de julio recordé esta refrescante anécdota de los juegos olímpicos de Sidney de 2000. La historia de Eric Moussambani es ya bien conocida. Quizás la de los dos socarrones comentaristas no: Recibieron su propia medicina. Sufrieron la misma sátira francesa de la que hicieron gala a manos de sus compañeros de profesión.

Por las gafas de natación de Moussambani alguien pagó unos 2000 dólares. En su país; Guinea Ecuatorial, entrenó para los 100 metros libres de natación en un río infestado de cocodrilos y conoció su primera piscina, de 25 metros, en el primer hotel de lujo que conoció y donde terminó de entrenar dos semanas antes.

Guinea Ecuatorial ocupa uno de mis sueños adolescentes para visitarlo como en su día lo fue Egipto. Es un destino que me agradaría hacer algún día pese a reconocer que pudiera ser duro para alguien tan "frágil" como yo.¿Le gustaría a alguien acompañarme?.

Me imagino la impresión de ese muchacho al entrar en las instalaciones de Sidney y encontrarse con aquella gigantesca piscina de 50 metros... yo confieso que de haber sido él, efectivamente sí que me hubiese ahogado antes de terminar la prueba. Creo incluso que hubiera invertido lo menos 10 minutos en hacerla y habría hecho todos los estilos posibles, desde la mariposa a la rana pasando por el estilo perro... incluso no hubiera podido hacer el giro reglamentario pues no lo sé hacer todavía. Sí, hubiera sido la vergüenza nacional; el ancho de la bandera no me hubiese dado para tapar las vergüenzas.

Al mismo tiempo pienso en lo glorioso que es una oportunidad. No se volvió a repetir en las olimpiadas el gesto de abrir la mano a atletas de países pobres, digamos que las buenas intenciones se acabaron cuando se acabó la fiebre de optimismo por el nuevo milenio, pero en sí una oportunidad es la diferencia capaz de cambiar nuestro destino.

Toda la vida no hacemos más que eso; buscar una oportunidad. Así nos hemos llenado de oportunistas, sí, pero cuando una oportunidad redime o enaltece a alguien uno no puede por menos que alegrarse y aunque sólo sea por un momento soñar que todo es posible.

Una oportunidad es lo que como sueldo siempre implícitamente he pedido y es lo único que ofrezco a quienes me piden algo.

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