Un chico ateo


Espeluznante vídeo. No soy precisamente timorato o escrupuloso cuando de moral se trata en el sentido que todos los días encontramos situaciones de dudosa "moralidad y buenas costumbres"... precisamente por habituales no nos sorprenden ni soliviantan.

El vídeo narra en 44 segundos una situación familiar delicada; un hijo le dice a su madre que no quiere ir a misa y la madre le pregunta encolerizada por qué no:

"-Yo no creo en Dios, mamá."

Se arma entonces un buen pifostio con la arenga materna y el contacto físico, es decir, el empujón y el grito de que Dios existe y es nuestro señor Jesucristo.

Al margen de otras consideraciones el debate sobre la existencia divina es circular; a cada argumento a favor existe otro antagónico y paralelo. Sólo es la decisión personal creer o no... o puede que no.

Hablamos de los fundamentalismos como algo ajeno y censurable que profesan desviados de las distintas religiones pero en cierto sentido también vivimos nuestros particulares fundamentalismos: Hay que ponerse en la situación de la madre... posiblemente que su hijo crea o no es un mal menor pero que lo diga en público eso es intolerable. Quizás el vídeo nos viene de un sitio, una pequeña comunidad en la que todos van a misa los domingos, que leen e interpretan la Biblia como un canon de vida. Sueñan con casar a sus hijas con hombres justos y piadosos, que sus hijos sean ejemplos de virtud, que sus vidas sean ordenadas, prósperas y envidiables... si mi niño es tan pendejo de negar la columna vertebral de nuestra comunidad, ¿ se convertirá en un maldito paria?, ¿voy a permitirlo?.

La verdad es un mal que nos aterra. Nos libera pero a un precio muy alto. Preferimos nuestra verdad... la fe como dijeran los salmos dominicales.

Al final, sólo queda uno mismo y lo que hizo o dejó de hacer. Todo lo demás puede esperar.

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