Experimento Extremófilo


Será la aventura de exploración más grande de la historia cuando llegue a suceder; la llegada a Marte.
Un año entero de viaje; seis de ida, otros seis de vuelta, y meses o semanas en Marte. Lo que se debe hacer sobre el planeta está más o menos claro pero ¿cómo matar el tiempo dentro de una lata durante el viaje?. Hablamos de más o menos 520 días en total.
De momento lo que hacemos es el método del ensayo y error tal como cuenta Pillownaut en su blog quien se apuntó, pero no fue elegida, al experimento Mars 500 que tuvo lugar en Rusia con colaboración europea a través de la ESA.
Sobre estos experimentos de aislamiento poco más que lo ya comentado y debatido se puede aportar pero personalmente lo que más me atrae de ellos es la cantidad de conocimiento que sobre nuestra propia naturaleza estamos obteniendo. El viaje a Marte supone la frontera de la clave del éxito de nuestra especie; la socialización. Son muy conocidos ya los efectos perniciosos del aislamiento social en nuestra especie y, de hecho, es una de las mayores preocupaciones a la hora de componer la tripulación de la nave.
Junto con la controvertida hibernación inducida se proponen otros métodos para evitar el aburrimiento y la inactividad durante el viaje; la realidad aumentada y la realidad virtual... pero nada podrá nunca compararse con la soledad de un viaje así.
Y creo que esa, la soledad, será la gran enemiga del viaje; la pérdida de referentes. Es un conocido fenómeno la identificación con el grupo de referencia; la tripulación de la nave puede llegar a crear su propia cultura en tan corto espacio de tiempo. A una escala mucho menor ocurre por ejemplo en programas de telerrealidad como Gran Hermano en que el público asiste atónito a la percepción que de sí mismos y de lo que pueda pensar el público fuera tienen los consursantes o de como la gente hace cosas que fuera jamás haría ( por ejemplo relaciones sexuales con un/a concursante aún a sabiendas de ser observados o de tener compromisos fuera). Ocurre también cuando pertenecemos a un equipo deportivo o a un entorno laboral determinado; disculpamos todos los fallos de nuestro equipo y no nos resulta extraño hablar en plural como si nosotros también entrenáramos con ellos, o tendemos a valorar nuestro trabajo en un sitio como necesario y bueno cuando nos sorprende la poca consideración hacia el mismo de otros equipos de fuera.
Va a ser un gran viaje, sí, hacia el interior de nosotros mismos.

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