Nada

      "... sea cual sea la verdad, no veo cómo me va a ayudar a poner comida en la mesa."
       (Katniss Everdeen, personaje principal, en Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins)

        "Come más la mala idea que una casa de familia" 
         (Popular, oído en Taguluche.)

 Nada es el título de una novela de Carmen Laforet escrita en 1944 ganadora del premio Nadal al año siguiente. Ganó por hacer un retrato intimista y descarnado de la sociedad de posguerra de la época en España.
Y es que lo virtuoso de la obra fue escribir sobre la nada, sobre lo insustancial y banal, y sobre la angustia que esa nada genera; un malestar que no se puede ni se sabe expresar... a los personajes del libro cuando les preguntaban qué les pasaba decían que "nada" queriendo decir que de todo.
Nada es la sensación parecida a cuando cierras la puerta tras tuyo; lo de fuera deja de existir y tú también dejas de hacerlo para los de fuera: La Gomera ha cerrado su puerta, toda ella; la oficial y la profunda, a ambos lados del túnel y de la dorsal.
Tal ha sido la nada que incluso la felicitación navideña se ha ido al exterior; se estima que varios miles de personas han abandonado la isla, no el censo, así que tenía más sentido felicitar a los ausentes, los que ahora también son nadie, que a los presentes.

Una palabra que estará muy presente el próximo año pero que en este apenas se mascullaba: Licitación . Sí será la protagonista de "algo"  pero no tal vez de una comedia romántica sino más bien de una  peli de intriga, de mucha intriga. Al principio, cuando los politicos locales "se ajustaron a la norma", o sea, al giro a la Friedman la aventura controlada de emprender en las empresas de otros les era hasta divertida a lo mejor para los que después de todo seguían siendo los socios capitalistas, aunque corrieran el riesgo de convertirse en invitados en su propia casa: Eran los tiempos de andar de manita sudada entre varios pretendientes y si la cosa comprometía desdeñar al pretendiente demasiado exigente.

Pero ahora que hay que elegir entre los sapos a algunos para hacerlos a su mano, un príncipe azul, no estando ya en una posición de poder en lo referido a administrar los capitales hace que teman saltar al ruedo por si les hacen el vacío y dan contra el suelo. Son víctimas de su propio discurso; criticaban con saña que se les quitara cierta autonomía presupuestaria pero al tiempo decían que había que acostumbrarse a "rotar" en los puestos... ahora quienes pueden efectivamente verse obligados a rotar son los que dependen de la voluntad de los rotados.  Esa mordaza; la certeza de que están perdiendo una forma de control, hizo que poco más que nada ocurriera en la Gomera oficial.

La otra Gomera, la que no sale en los medios ni tradicionales ni digitales porque después de todo como escribiera Melville en su obra Moby Dick; “No está en ningún mapa. Los lugares verdaderos nunca lo están.”, sigue ahondando en su diferencia generacional; no hay una generación adulta. Por supuesto que hay adultos pero no ocupan, porque no pueden o no están, el lugar de reemplazo que les corresponde de forma que el destino se confía en las nuevas generaciones sin ejemplos que seguir y se recuerdan viejas gestas que tal vez no ocurrieron como se recuerdan.

Al hilo de las gestas, tal vez sí matizar que algo nos hicieron creer que  ocurrió en la isla; pescaron la famosa ballena blanca muchos de pronto expertos cinéfilos y alguno hasta  reconvertido en un capitán Ahab a bordo no de un mugriento ballenero sino brioso crucero... el tiempo tiene la misteriosa capacidad de hacer que se den la mano circunstancias similares en épocas y personas distintas:  En la isla también se envejece por más que el ánimo engañe...se puede hacer de una sardina un cachalote o arrogarse el trabajo de pescarlo de varios pero la vejez no hay propaganda que la maquille.

El cachalote de Franco, en el Diario Vasco de 1 6 de agosto de 1959

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